Como se anticipó en la nota anterior muchas son las
preguntas. Algunas tendrán respuestas y otras seguramente generarán otras
preguntas. Una de esas preguntas iniciales era cuando había llegado el llamado
“hombre blanco” a la región, diríamos para quedarse.
Las cosas se daban más o menos de este modo. Con el final
del año 1877, durante la presidencia de Nicolás Avellaneda, muere su ministro
de Guerra, Adolfo Alsina. Así se abría el camino para la llegada a ese
Ministerio del General Julio A. Roca.
Alsina y Roca tenían visiones diferentes acerca de las
estrategias a utilizar en la defensa de las fronteras internas y eso pronto se
haría evidente. El primero era visto como defensivo mientras que Roca tenía una
impronta totalmente ofensiva y no lo escondía.
Su objetivo era utilizar una división natural, el río Negro,
como línea de frontera, fijada entre Choele Choel y la Confluencia de los ríos
Neuquén y Limay.
El pensamiento de Roca era claro y conocido “es necesario de una vez ir directamente a buscar al indio en su guarida, para someterlo o expulsarlo”. Su fundamento era llevar población a las márgenes del río Negro que sirva para la creación de nuevos pueblos, transformándose en salvaguardia de los intereses del país frente a las pretensiones chilenas respecto de la Patagonia. Asimismo indicaba que parte de los territorios debían quedar para los indios amigos y para aquellos que se sometan.
El congreso dio el visto bueno a la campaña sancionando la Ley 947, el 4 de octubre de 1878.
Roca tenía todo planeado en su cabeza, había que avanzar en
tres grandes grupos de columnas, una por
el este, otra por el oeste y arremeter por el centro obligando al indio a
retroceder. Eso no era todo, el zorro, como lo apodaron a Roca, había
planificado algo más. Antes de la campaña, antes incluso de que se sancionara
la Ley 947, y durante todo el año 1878, se dedicó a realizar campañas que
preparaban el terreno, que se repetían y empezaban a desgastar la oposición de
los pueblos indígenas. Eran estocadas rápidas, reiteradas y enérgicas que
buscaban dejar sin reacción al rival.
Así, se repitieron campañas en enero de 1878 contra Namuncurá en Chiloé, en julio el mayor Camilo García y el teniente coronel Teodoro García después, corrieron varios kilómetros a los indios en la zona de Guatraché.
Y así se fueron reiterando asaltos militares durante el mes
de octubre, entre los que se puede mencionar la avanzada de Vintter desde Bahía
Blanca hacia el río Colorado donde iban capturando a los indios que derrotaban.
Choele Choel Punta de Abajo - Antonio Pozzo |
Para 1879 el terreno estaba preparado, demás está decir que
cada una de las campañas estaba planificada bajo la dirección de Roca, incluso
el itinerario que llevaría cada una de las columnas militares. Desde setiembre
de 1878 hasta abril del 79 habían estado alistando armas, elementos de campaña
y provisiones.
Se iniciaba la etapa final del plan. El ingreso del General
Julio Argentino Roca al mando de lo que se conoció como la Expedición o la
Campaña o más aún, La Conquista del Desierto, que en realidad para muchos historiadorescomo por ejemplo Felipe Pigna, implica un espacio histórico mucho más amplio. La consigna de Roca, “no deben quedar
enemigos a la espalda”.
Entre 5500 y 6000 hombres participaron de la campaña divididos en 5 columnas. La primera división estaba al mando de Roca y salió desde Azul el 18 de abril hacia Carhué. Junto a él Conrado Villegas, Lorenzo Vintter, Manuel José Olascoaga e Ignacio Fotheringham, entre otros. Su recorrido los llevó por cercanías de Bahía Blanca, hacia el Colorado, reiniciando el avance hasta las sierras de Pichi Mahuída al río Negro. Al atardecer del 24 de Mayo avistaron el río, estaban frente a la isla de Choele Choel.
Foto campaña del Desierto tomada por el fotógrafo de la expedición Antonio Pozzo |
Hecho esto Roca
emprende un rápido regreso. Vuelve a Choele Choel, de allí a Patagones y luego
a Buenos Aires. De esta manera se daba el ingreso militar a la zona. Este
avance territorial y todo su proceso e implicancias se transformó en uno de los
hechos más polémicos, debatidos y cuestionados de nuestra historia. Para unos,
una epopeya memorable dirigida por un gran militar que posibilitó la actualidad
valletana. Para otros, un genocidio que tuvo en Roca al ideólogo de esa gran
matanza. Por eso hablámos de distintos enfoques de una misma historia. Para agregar, solo que los que venían sabían para que lo hacían y los
que los autorizaron también. El debate para muchos continúa abierto.
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